Por ahora, la única cara nueva en Unión es el delantero Gonzalo Morales, proveniente de Boca, pero el técnico Cristian González sigue atento a más novedades, porque el campeonato arrancará la próxima semana y quiere tener cuanto antes los jugadores que pidió.
En esta misión está la dirigencia, que demoró quizás más de lo esperado en levantar las inhibiciones, que frenó varias negociaciones. Pero paulatinamente se van cerrando. Si bien el técnico está conforme con lo que tiene, pese a las piezas que se fueron, hay algo que pretende potenciar: el tradicional 1259.
Quizás algunos no entiendan de que se trata, pero es algo muy típico del fútbol argentino y se refiera a la columna vertebral de un buen equipo: el arquero (1), un zaguero (2), el volante central (5) y el goleador (9). Si bien es cierto que hay plena confianza en Sebastián Moyano, Kily pretende alguien más para genera una competencia interna mayor y por esto el nombre de José Devecchi. Puede que no vea en los pibes el peso necesario.
Mientras se resuelve la situación de Franco Calderón, que podría renovar y luego ser transferido –y por qué no, quedarse–, es clave mantener a un caudillo. Es así como suena Ezequiel Muñoz, pero para pelear un lugar.
Con la postura de Yeison Gordillo de no volver, el conductor de Unión pierde presencia en la zona de corte y por eso se acelera lo de Manuel Insaurralde. Hoy el que está para ese lugar es el pibe Joaquín Mosqueira. Aunque se apuntará a un nombre de mayor relevancia para el puesto.
Mientras que en ofensiva, al no acertar con las contrataciones de Thiago Vecino y Junior Marabel, se quiere no fallar y llegó como apuesta Gonzalo Morales. Si bien el chico Jerónimo Dómina asoma con la gran perlita, recién tiene 17 años y además, no es un tradicional goleador, sino un delantero más versátil. Kily llamó a varios –como por ejemplo Fernando Zampedri–, pero claramente se topó con las diferencias económicas siderales. Es el puesto más caro y demandará de esfuerzo.